domingo, 1 de agosto de 2010

CATALUÑA SOMOS TODOS



CATALUÑA SOMOS TODOS

Transcurridos cuatro años desde la publicación de los Manifiestos que reivindicaban el abandono de las políticas identitarias y excluyentes por parte de las instituciones catalanas, la situación, como la abstención electoral y los sondeos de opinión demuestran, lejos de mejorar se ha visto agravada por posiciones políticas más extremas, contrarias al sentido común y al sentir mayoritario de la ciudadanía catalana.

La principal característica de la sociedad catalana es su pluralidad; en ella conviven personas nacidas en Cataluña, en otras Comunidades Autónomas y en otras partes del mundo, ciudadanos, en definitiva, que tienen diferente origen, cultura o lengua. De espaldas a esta Cataluña real, los sucesivos gobiernos autonómicos han construido una Cataluña oficial, cerrada, arcaica y encorsetada, a través del control de los medios de comunicación, de las políticas culturales, de la educación y del clientelismo político, con el fin de crear una identidad colectiva homogénea que permita justificar la existencia de una nación catalana.
Por ello, es más necesario que nunca que los ciudadanos que queremos convivir y trabajar en una sociedad cosmopolita, moderna y dinámica defendamos conjuntamente desde la sociedad civil y desde las instituciones, la Cataluña que deseamos para el presente y para el futuro: la Cataluña de todos.

En la Cataluña de todos, la cooficialidad de catalán y castellano que garantiza la Constitución se corresponderá con el bilingüismo natural de la sociedad catalana, donde los ciudadanos conviven utilizando habitual e indistintamente ambas lenguas. La voluntad de las instituciones públicas catalanas de excluir de su uso institucional una lengua oficial provoca una discriminación entre ciudadanos.

En la Cataluña de todos deberá considerarse como cultura catalana toda aquella que se realice en Cataluña, sin distinción de origen o lengua. Las instituciones públicas deben reconocer, ayudar y fomentar todas estas manifestaciones culturales.

En la Cataluña de todos, las lenguas vehiculares utilizadas en los centros de enseñanza serán las dos lenguas oficiales, abandonando así, definitivamente, la errónea y discriminatoria política llevada a cabo por el régimen franquista, que impuso el castellano, y por la Generalitat, que ha impuesto el catalán. Dadas las necesidades del mundo actual, es preciso que se añada a estas dos lenguas vehiculares el
idioma inglés, que se ha convertido en un medio imprescindible de comunicación internacional.

En la Cataluña de todos, las instituciones deberán respetar la identidad individual de sus ciudadanos por encima de supuestas identidades o derechos colectivos, tal como sucede cuando se reparten “carnets de catalanidad” que distinguen entre “buenos” y “malos” catalanes en función de las costumbres, tradiciones, gustos musicales, aficiones deportivas, o de los medios de comunicación a través de los que se informan. La Cataluña de todos necesita un gobierno capaz de representar a su mayoría social, que no gobierne en clave identitaria para unos pocos y divida 




entre nacionalistas y
no nacionalistas, sino en clave de calidad de vida y prosperidad pensando en todos sus ciudadanos. Un gobierno que trabaje para recuperar el dinamismo económico

CATALUÑA SOMOS TODOS

Transcurridos cuatro años desde la publicación de los Manifiestos que reivindicaban el abandono de las políticas identitarias y excluyentes por parte de las instituciones catalanas, la situación, como la abstención electoral y los sondeos de opinión demuestran, lejos de mejorar se ha visto agravada por posiciones políticas más extremas, contrarias al sentido común y al sentir mayoritario de la ciudadanía catalana.

La principal característica de la sociedad catalana es su pluralidad; en ella conviven personas nacidas en Cataluña, en otras Comunidades Autónomas y en otras partes del mundo, ciudadanos, en definitiva, que tienen diferente origen, cultura o lengua. De espaldas a esta Cataluña real, los sucesivos gobiernos autonómicos han construido una Cataluña oficial, cerrada, arcaica y encorsetada, a través del control de los medios de comunicación, de las políticas culturales, de la educación y del clientelismo político, con el fin de crear una identidad colectiva homogénea que permita justificar la existencia de una nación catalana.
Por ello, es más necesario que nunca que los ciudadanos que queremos convivir y trabajar en una sociedad cosmopolita, moderna y dinámica defendamos conjuntamente desde la sociedad civil y desde las instituciones, la Cataluña que deseamos para el presente y para el futuro: la Cataluña de todos.

En la Cataluña de todos, la cooficialidad de catalán y castellano que garantiza la Constitución se corresponderá con el bilingüismo natural de la sociedad catalana, donde los ciudadanos conviven utilizando habitual e indistintamente ambas lenguas. La voluntad de las instituciones públicas catalanas de excluir de su uso institucional una lengua oficial provoca una discriminación entre ciudadanos.

En la Cataluña de todos deberá considerarse como cultura catalana toda aquella que se realice en Cataluña, sin distinción de origen o lengua. Las instituciones públicas deben reconocer, ayudar y fomentar todas estas manifestaciones culturales.
En la Cataluña de todos, las lenguas vehiculares utilizadas en los centros de enseñanza serán las dos lenguas oficiales, abandonando así, definitivamente, la errónea y discriminatoria política llevada a cabo por el régimen franquista, que impuso el castellano, y por la Generalitat, que ha impuesto el catalán. Dadas las necesidades del mundo actual, es preciso que se añada a estas dos lenguas vehiculares el
idioma inglés, que se ha convertido en un medio imprescindible de comunicación internacional.

En la Cataluña de todos, las instituciones deberán respetar la identidad individual de sus ciudadanos por encima de supuestas identidades o derechos colectivos, tal como sucede cuando se reparten “carnets de catalanidad” que distinguen entre “buenos” y “malos” catalanes en función de las costumbres, tradiciones, gustos musicales, aficiones deportivas, o de los medios de comunicación a través de los que se informan. La Cataluña de todos necesita un gobierno capaz de representar a su mayoría social, que no gobierne en clave identitaria para unos pocos y divida entre nacionalistas y
no nacionalistas, sino en clave de calidad de vida y prosperidad   en todos sus ciudadanos. Un gobierno que trabaje para recuperar el dinamismo económico

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